Perfiles Urbanos
Un espíritu inquieto

VIDEO | Lisandro Aristimuño: del viento patagónico al pulso vivo de la música argentina

Lisandro Aristimuño consolidó una estética única que mezcla raíces sureñas, experimentación sonora y la autogestión como bandera en tiempos de industria concentrada.
Aristimuño mantiene una coherencia inusual: no repite fórmulas, evoluciona.
Lisandro Aristimuño llega con su premiado "Mundo anfibio".

Desde el corazón de la Patagonia hasta los escenarios más emblemáticos de Buenos Aires, Lisandro Aristimuño representa una de las figuras más originales y coherentes de la música argentina contemporánea. Su historia combina el silencio del sur con el ruido de la ciudad, una travesía artística que traduce identidad, independencia y sensibilidad urbana.

Nacido en Viedma, Río Negro, en 1978, Aristimuño creció rodeado de arte: su padre fue director de teatro y músico, y su madre, actriz. Aquella atmósfera cultural forjó su espíritu inquieto, que años más tarde lo llevó a crear un sonido propio, inconfundible, en el que el folk patagónico dialoga con la electrónica, el pop y el rock alternativo.

Con una carrera que supera las dos décadas, el cantautor y productor ha logrado consolidar una obra de profundidad emocional y estética experimental. Desde su debut con Azules Turquesas (2004) hasta su reciente trabajo El Rostro de los Acantilados (2023), Aristimuño mantiene una coherencia inusual: no repite fórmulas, evoluciona.

Cada álbum es un mapa emocional y geográfico donde conviven las montañas del sur y el concreto porteño, lo ancestral y lo digital.

Su sello independiente “Viento Azul” es mucho más que una plataforma de edición: es una declaración de principios frente a la industria musical globalizada. Desde allí, Aristimuño produce, graba y distribuye su obra, preservando una libertad creativa que hoy pocos artistas mantienen.

Reconocido con múltiples Premios Gardel y nominado a los Latin Grammy, el músico supo construir una carrera sólida y autogestionada. En sus presentaciones en vivo, como la reciente en el Luna Park, conjuga una puesta visual envolvente con una atmósfera íntima, logrando que lo tecnológico y lo humano vibren al unísono.

“Siempre estoy mutando y cambiando cosas”, dijo en una entrevista reciente. Esa frase resume su filosofía: la búsqueda constante, la incomodidad como motor, y el arte como espacio de transformación.

En un panorama urbano donde muchas voces se diluyen en la inmediatez, Aristimuño se distingue por su coherencia estética y ética, por su manera de construir belleza desde la independencia y por esa habilidad tan rara de hacer que la ciudad suene, por momentos, a viento del sur.

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