Panorama Político de Río Negro
Elecciones legislativas

El derrumbe de Weretilneck: ni los trolls ni el aparato pudieron salvarlo

Los ganadores fueron Martín Soria, único candidato a senador ganador en el país con el sello Fuerza Patria, y la narcosenadora Lorena Villaverde. Alberto Weretilneck llorando por la derrota. (Dibujo: NOVA)

El golpe fue brutal. Alberto Weretilneck sufrió la peor derrota de su carrera política y quedó completamente expuesto: sin senadores, sin diputados y, lo que es peor, sin poder. Ni su aparato estatal, ni los millones en pauta, ni su ejército de trolls lograron evitar el papelón electoral que acaba de protagonizar el gobernador rionegrino.

El “Plan Weretilneck” -una campaña diseñada para vender a Facundo López como su clon político- terminó en un auténtico desastre. El gobernador apostó todo a un candidato sin carisma ni territorio, conocido solo en los pasillos de Viedma y en los almuerzos del círculo chico del poder. Pero el tiro le salió por la culata: el pueblo le dio la espalda y Juntos Somos Río Negro se hundió como nunca antes en una elección nacional.

En Senadores, Fuerza Patria (el sello peronista local) se impuso por un margen mínimo, llevando nuevamente al Congreso a Martín Soria y Ana Marks. Fue una de las pocas provincias donde el peronismo sobrevivió. Detrás, muy cerca, quedó La Libertad Avanza, con Lorena Villaverde, la candidata libertaria envuelta en polémicas judiciales por causas de narcotráfico en Estados Unidos y estafas inmobiliarias en San Antonio Oeste.

El oficialismo provincial ni siquiera arañó una banca. En Diputados, el libertario Aníbal Tortoriello revalidó su lugar con un arrasador desempeño en Cipolletti, dejando al weretilneckismo fuera de juego en todo el Alto Valle y la Cordillera.

Solo en Viedma, el bastión histórico del gobernador, Facundo López pudo rescatar una victoria ajustada. Pero su discurso posterior sonó más a desahogo que a festejo.

“Ganamos en casi todas las mesas de Viedma, pero está claro que la elección se nacionalizó”, lanzó molesto y con la mirada perdida, mientras los números provinciales confirmaban la catástrofe.

El experimento fallido

Lo que nació en 2023 como el “Gran Acuerdo Rionegrino” terminó en ruinas. En poco más de un año, Weretilneck rompió con radicales, peronistas y vecinalistas. El frente multicolor que le permitió volver al poder se disolvió entre egos, traiciones y decepciones. Hoy, el gobernador está solo: sin aliados, sin herederos y sin crédito político.

Cuando los resultados ya eran irremontables, Weretilneck intentó despegarse de la derrota: “Los rionegrinos optaron por los partidos nacionales”, dijo, echándole la culpa al electorado.

El mensaje cayó pésimo entre sus propios dirigentes, que lo acusan de haberse apropiado de la campaña, asfixiado toda disidencia y ninguneado a los intendentes.

El fin de un ciclo

El poder personalista del gobernador, ese que alguna vez fue su marca registrada, hoy es su condena. Weretilneck no sabe delegar, no confía en nadie y controla cada detalle como si el Estado fuera su propiedad privada. Pero el desgaste es visible: su figura ya no tracciona votos, y su proyecto político perdió oxígeno.

Ni Facundo López fue su sucesor, ni Arabela Carreras volverá a prestarle el cuerpo para sostener su hegemonía. En 2027, nadie parece dispuesto a inmolarse por él.

El mensaje de las urnas fue contundente: el ciclo Weretilneck está agotado. El gobernador que se creyó invencible acaba de descubrir que el poder prestado se paga caro. Y esta vez, ni los consultores, ni el aparato, ni los trolls pudieron salvarlo.

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