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VIDEO | Néstor “Zorro” Monge: el boxeador que perdió títulos, pero le ganó a la calle

Monge nació en San Antonio Oeste en 1966, pero fue en Viedma donde se formó, creció y se convirtió en una figura popular.
Hoy, ya lejos de los cuadriláteros, es imposible no verlo corriendo por las calles de Viedma. Camina, trota, tira algunas piñas al aire, y cada bocinazo de auto que lo saluda confirma lo que él mismo dice en broma.
Con algunos problemas de movilidad y secuelas propias de tantos años de golpes, el Zorro sigue firme, activo y presente. Usa una remera que lo define: “El campeón de la gente”.
En tiempos donde sobran ídolos descartables, la figura del Zorro Monge se sostiene por algo simple y profundo: representa la resiliencia.

En la comarca Viedma-Patagones hay nombres que no necesitan presentación. Basta decir "el Zorro" y todos entienden: se habla de Néstor Fabián Monge, el ex boxeador que convirtió su vida en un testimonio de esfuerzo, golpes recibidos y una cosecha que pocos logran: el cariño genuino de la gente.

Monge nació en San Antonio Oeste en 1966, pero fue en Viedma donde se formó, creció y se convirtió en una figura popular. Llegó al boxeo de adolescente, en una escuelita del barrio Zatti, guiado por entrenadores que vieron en él algo más que fuerza: vieron un estilo propio.

El Zorro no era la típica máquina de golpes; era cintura, esquive y descaro. Una forma de pelear que no siempre lo llevó a la victoria, pero sí a ser inolvidable.

Tuvo 60 peleas profesionales entre 1987 y 1997. Su récord no impresiona a los puristas: 25 victorias, 29 derrotas y 6 empates. Tampoco brilló con cinturones ni títulos rutilantes. Sin embargo, eso jamás le quitó su identidad.

Las ocho veces que peleó por televisión lo mostraron como un boxeador sin miedo a perder y con una relación distinta con el ring: la de alguien que no especula, que se planta y que aunque caiga, vuelve a levantarse. Una metáfora perfecta de su vida.

Hoy, ya lejos de los cuadriláteros, es imposible no verlo corriendo por las calles de Viedma. Camina, trota, tira algunas piñas al aire, y cada bocinazo de auto que lo saluda confirma lo que él mismo dice en broma: "No gané títulos, pero gané a la gente". Un campeón popular, de esos que se vuelven parte del paisaje urbano y afectivo de una ciudad.

Con algunos problemas de movilidad y secuelas propias de tantos años de golpes, el Zorro sigue firme, activo y presente. Usa una remera que lo define: "El campeón de la gente". Y no es una frase comercial; es una verdad contundente en la calle.

La comunidad lo reconoce, lo respeta, lo abraza y lo homenajea. Fue declarado Ciudadano Ilustre de Viedma, y en 2023 incluso elegido como "personaje destacado de la comarca".

En tiempos donde sobran ídolos descartables, la figura del Zorro Monge se sostiene por algo simple y profundo: representa la resiliencia. No tuvo coronas, pero sí tuvo barrio.

No tuvo títulos, pero tuvo pueblo. Y eso, en Viedma y Patagones, vale mucho más que cualquier cinturón de campeón.

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