Weretilneck, acorralado: hunde a Río Negro en deudas, negocios turbios y un 2026 que promete ser un desastre
Río Negro se encamina a un 2026 devastador, con una crisis económica que se profundiza y un gobernador que ya no puede ocultar su desgaste político ni las crecientes sospechas que lo rodean.
Alberto Weretilneck atraviesa el momento más oscuro de su gestión: sin poder real, sin aliados firmes, con una provincia quebrada y con un calendario que anuncia tormenta tras tormenta.
La votación de este jueves en la Legislatura lo dejó expuesto. Con una mayoría mínima y forzada, el oficialismo aprobó una nueva toma de deuda por 260 mil millones de pesos mediante la emisión de Letras del Tesoro.
Una maniobra que, para los sectores opositores, no es más que pan para hoy y hambre para mañana, ya que esa deuda caerá de lleno sobre un 2026 que ya luce crítico. Cada peso comprometido hoy será un peso que la provincia no podrá destinar a resolver sus problemas estructurales mañana.
A esto se suma un dato brutal: el presupuesto provincial para 2026 destinará el 80 por ciento de los recursos a pagar deuda, salarios y el gigantesco aparato político del Estado, una estructura saturada de funcionarios sin tareas reales, cargada de acomodos y favores personales.
Mientras tanto, la inversión en obras será incluso menor que en 2025, un golpe directo a los sectores productivos, a los municipios y a cualquier intento de recuperación económica.
Las previsiones son igual de lapidarias: menor recaudación impositiva, caída del turismo, freno total de la inversión privada y un clima generalizado de recesión que golpeará de lleno a una provincia agotada.
No será la crisis más grande de su historia, pero sí una de las más corrosivas, silenciosas y destructivas.
Un gobernador debilitado y bajo sospechas
Mientras la provincia se desangra, Weretilneck se movió esta semana desesperadamente hacia la Casa Rosada. Formalmente buscó destrabar la causa judicial por las rutas nacionales 151 y 40.
En los hechos, su visita fue leída como lo que realmente es: un intento por recuperar algún tipo de respaldo nacional para no quedar completamente aislado en el peor momento de su mandato.
Pero el desgaste político no viene solo. Las sospechas de negocios personales explotaron en la agenda pública y ya son parte del murmullo cotidiano en la política rionegrina.
El caso más evidente es el de su pareja, Andrea Confini, quien desembarcó en el directorio de YPF con un sueldo que ronda los 70 millones de pesos mensuales (unos 841 millones al año), una cifra que para la oposición representa un premio político disfrazado y un símbolo de la obscenidad con la que se reparten cargos mientras la provincia se hunde.
No es el único frente.Distintos sectores políticos y sindicales sostienen que el gobernador tendría intereses ocultos en el negocio de la salud privada, operando presuntamente a través de testaferros en clínicas y centros de atención.
Son acusaciones que circulan hace años y que nunca fueron investigadas a fondo, pero que hoy ganan fuerza en un contexto donde nadie cree en la transparencia del gobierno.
La frase que más se repite en los pasillos legislativos y en los municipios es tajante:
"Weretilneck siempre tiene la mano en la lata."
Para sus críticos, el gobernador jamás perdió una oportunidad de sacarle ventaja personal a las decisiones que comprometen el futuro de toda la provincia.
Movidas desesperadas y ruptura política
El episodio más reciente fue en el Senado, donde Weretilneck ordenó a la senadora Mónica Silva (que deja su banca en diciembre) votar en contra de la destitución de Lorena Villaverde en la Comisión de Asuntos Institucionales.
Una maniobra torpe, mal vista incluso por sectores del oficialismo, y que confirmó lo que ya es evidente: el gobernador no se mete con la narco diputada y cercana a Fred Machado y su vínculo con este sector lo convierte en cómplice.
Además, Weretilneck ya sondea un posible acuerdo con la Libertad Avanza para el 2027.
Sin representación real en el Congreso y con una oposición que ya no solo lo enfrenta, sino que lo desafía abiertamente, el escenario se vuelve explosivo.
En distintos sectores políticos empieza a tomar forma la idea de un gran frente anti-Weretilneck para 2027, que podría reunir desde el peronismo hasta el PRO, pasando por sindicalistas y exaliados que ya no están dispuestos a sostenerlo.
Un 2026 al borde del colapso
Más deuda, menos recursos, sospechas crecientes, falta de poder real y una provincia que avanza a ciegas hacia uno de los años más difíciles de su historia reciente.
El ciclo político de Weretilneck está herido, desgastado y cercado por problemas que ya no puede controlar.
Si no cambia el rumbo (algo que nadie espera), Río Negro enfrentará un 2026 marcado por la improvisación, la crisis económica y un gobernador que, en lugar de aportar soluciones, se ha convertido en el principal problema







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