Weretilneck y el agotamiento del poder: despilfarro, compra de votos y un endeudamiento que adelanta el fin de ciclo
La última campaña de Alberto Weretilneck dejó un tendal político y financiero que hoy empieza a pasar factura.
En Viedma y Bariloche, el oficialismo apostó a una estrategia que, puertas adentro, muchos definen como un "festival de cheques": recursos estatales repartidos entre entidades deportivas, organizaciones sociales, iglesias evangélicas y un entramado territorial que funcionó como sostén electoral, pero que consumió millones de pesos sin control ni planificación.
Ese gasto, que se intentó mantener bajo silencio, vuelve ahora en forma de urgencia fiscal. Tanto es así que el propio Ejecutivo envió a la Legislatura un proyecto para tomar nueva deuda por aproximadamente 250 millones de dólares para el 2026, una cifra que revela la magnitud del agujero que dejó la campaña y los meses posteriores.
El peronismo provincial ya adelantó su rechazo. No sólo por cuestiones ideológicas: ven en esta maniobra una muestra del agotamiento del modelo weretilneckista, que ya no puede sostenerse sin endeudarse de manera permanente.
Olor a fin de ciclo en 2027
La lectura más repetida dentro de los gremios, de dirigentes oficialistas y hasta de aliados circunstanciales es que a Weretilneck "se le acaba el tiempo". Se habla abiertamente de que su ciclo político vence en 2027. La frase que más circula es contundente: "hay olor a fin de ciclo".
Esto ocurre mientras el peronismo, que durante años fue fragmentado, perseguido o debilitado intencionalmente por el propio gobernador, empezó a reorganizarse en distintos puntos de la provincia.
Lo hacen con una lógica nueva: no sólo apuntan a recuperar poder, sino a construir un frente más amplio con partidos y dirigentes no peronistas, algo que puede alterar el mapa político de Río Negro en los próximos dos años.
Weretilneck lo sabe. Y la sensación interna es que los próximos meses los usará para reforzar su estructura económica personal y la de su círculo íntimo, aprovechando el aparato estatal mientras aún tiene el control.
Constructoras, minería y salud: negocios bajo la lupa
La preocupación no pasa únicamente por la deuda o el gasto electoral. Varios sectores políticos advierten la necesidad de poner atención en las licitaciones de obras públicas. Las adjudicaciones a constructoras "amigas" vienen siendo un sello de esta gestión, con beneficios millonarios para empresas vinculadas históricamente al oficialismo.
Lo mismo ocurre con la minería y los contratos vinculados al área de Salud, donde la discrecionalidad y la falta de controles se convirtieron en una marca registrada. La sospecha que se escucha en pasillos legislativos y sindicales es clara: Weretilneck estaría usando estos rubros como cajas paralelas para sostener lo que queda de su poder territorial y, llegado el caso, para asegurarse un colchón económico personal.
El rol de Andrea Confini: energía, regalías mínimas y un ingreso a YPF que incomoda
Una de las señales más potentes del desbalance institucional es el lugar que ocupa Andrea Confini, pareja del gobernador, al frente de la Secretaría de Energía.
Desde allí se firmaron acuerdos con empresas petroleras para la explotación hidrocarburífera que dejaron a la provincia con regalías mínimas, muy por debajo de los estándares que hoy se discuten en otras jurisdicciones.
Pero el punto más cuestionado es su ingreso al directorio de YPF, donde percibe un salario mensual cercano a los 70 mil dólares. Un monto que contrasta brutalmente con la situación económica rionegrina y profundiza la percepción de que el gobierno usa el Estado como plataforma de negocios personales antes que como herramienta pública.
La etapa de los “negocios difíciles de probar”
En este tramo de su tercer ciclo político, Weretilneck parece dedicado exclusivamente a sus intereses privados. La mayoría de las maniobras son difíciles de demostrar, en parte por el blindaje institucional que ha construido y por el silencio cómplice de sectores que aún dependen del oficialismo.
Sin embargo, distintos actores afirman que tarde o temprano comenzará a filtrarse documentación sólida que deje expuestos los movimientos, acuerdos y triangulaciones que hoy se manejan por debajo del radar.
Lo que sí ya es evidente es que el gobierno perdió capacidad de conducción, de consenso y de previsión. La deuda proyectada para 2026 muestra la profundidad del déficit. El malestar interno demuestra el desgaste político. Y la reorganización de la oposición deja claro que el ciclo de Weretilneck se acerca a su punto final.
Lo que queda por verse es si este fin de ciclo llegará con una transición ordenada o con revelaciones que terminen de quebrar la imagen de un líder que, hace años, supo manejar la provincia con una soltura que hoy ya no tiene.







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